Revista Electrónica. Noviembre 2023.


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REGIÓN 4 - Innovación IOT



Agosto, 2020



Tal vez hayas escuchado sobre el Internet de las Cosas y, al oír sobre él, te vino a la cabeza la idea de que representa las cosas cotidianas conectadas a Internet; sin embargo, el concepto va más allá de eso.





El origen de los objetos conectados data de los albores del siglo 19, cuando científicos franceses instalaron dispositivos de información meteorológica con radios de onda corta, en el que fue considerado uno de los primeros experimentos de telemetría. Más de un siglo después, específicamente en 1999, el término quedó acuñado por un británico, al conectar a Internet las etiquetas de identificación en las cadenas de suministro por radiofrecuencia (RFID).

Pero eso fue solo la punta del iceberg, ya que la era moderna traería consigo las comunicaciones punto a punto con módulos de hardware integrados y redes conocidas como M2M (máquina a máquina), las cuales evolucionarían hasta conectar millones de dispositivos a la vez. El IoT (o Internet de las Cosas) interconecta objetos del mundo físico al virtual mediante sensores, actuadores y tecnología de comunicación encaminada hacia una gran variedad de ámbitos como la industria, salud y energía, pues cada uno de esos objetos tiene una IP específica, mediante la cual pueden recibir instrucciones, contactar con un servidor externo y enviar los datos que recoja, algo similar a un ente inteligente e inanimado dispuesto a obedecernos desde cualquier ubicación.

El boom del IoT vino de la mano de la popularización de los smartphones y el WiFi, a inicios del siglo 21, cuando llegaría un crecimiento desmedido de dispositivos conectados a Internet, a los que las grandes empresas tecnológicas les sacaron provecho y poco a poco se empezó a tejer una red en la nube que analizaba vastas cantidades de datos: el Big Data, una herramienta utilizada para identificar individuos y categorizarlos en grupos con otros similares. Así, las empresas fueron capaces de hacer ofertas diferenciadas para cada persona y nichos específicos o seguimientos a compras previas del Cliente, observando sus hábitos de consumo e incentivando una compra a la medida.




Otras empresas tecnológicas dieron el salto a la modernidad e integraron el IoT en la vida diaria de sus consumidores. Así lo hicieron Telcel y América Móvil, ofreciendo una amplia gama de dispositivos inteligentes que facilitan la interacción con el entorno, por ejemplo, los smartwatch, ideales para mantener la comunicación con las personas que más le importan al usuario, al igual que su ubicación, la de sus mascotas y sus más preciados objetos. Por otro lado, el SmartCar es otra de las innovaciones que, a través de un dispositivo, diagnostica y monitorea el rendimiento de tu carro, además de dar conexión WiFi de alta velocidad a los pasajeros.




La historia del IoT tiene para mucho. Nos encontramos en plena efervescencia evolutiva y las tecnologías existentes se están rescribiendo con nuevas redes, protocolos y dispositivos que conectarán al mundo. Estamos en una fase de coexistencia y de crecimiento que poco a poco terminará por ser parte de la vida de la gente.

De momento, quedémonos con la innovación que ha llevado a la telemetría y al Internet a confluir en lo que hoy conocemos como el IoT.